23 marzo 2022

Amicus, Pappa; sed magis amica, veritas!

 LA CONCIENCIA DE UN OBISPO: Monseñor Daniel Fernández Torres

Por Alberto Sanguinetti

Published on: Mar 19, 2022 en: https://amicus-sponsi.com/la-conciencia-de-un-obispo-monsenor-daniel-fernandez-torres/

En los medios eclesiásticos y, por cierto, en Puerto Rico, fue noticia fuerte que el Papa relevara del cuidado pastoral de la Diócesis de Arecibo a Mons. Daniel Fernández Torres.

De una decisión de tanto peso no se ha dado ninguna explicación por parte de la Santa Sede y el mismo Obispo Daniel afirma desconocer las razones. En los corrillos se habla de diferencias con otros obispos o los otros obispos de la Isla y luego el metropolitano ha afirmado – según la prensa – que se trata de desobediencia al Papa, de una forma extremadamente imprecisa.

En primer lugar me refiero a la Declaración de Mons. Daniel Fernández Torres de una gran valentía y libertad evangélica. En ningún momento falta a la obediencia y el respeto que es debido a la comunión con el Papa. Al mismo tiempo presenta su actuar, su pensamiento, sus opciones con gran congruencia.

https://drive.google.com/file/d/1RmCcVdO9GLtIUoqIUfHItTXf0S5vzpgP/view?usp=sharing

Vale la pena leerla, como un testimonio de fidelidad a la misión de obispo en la Iglesia, en fidelidad a la conciencia. Es un tipo de manifestación no frecuente en la Iglesia, en el episcopado. Continuamente hay que afirmar lo políticamente – eclesiásticamente – correcto y quedarse dentro del rebaño.

Da buen aire, la manifestación clara, honesta y libre de Mons. Daniel, que agradecemos. Nos ha hecho acordar al Cardenal Newman: “«Caso de verme obligado a hablar de religión en un brindis de sobremesa -desde luego, no parece cosa muy probable-, beberé ‘¡Por el Papa!’ con mucho gusto. Pero primero ‘¡Por la Conciencia!’, después ‘¡Por el Papa!’».

2. Opiniones.

Por cierto, aparecen muchas dudas sobre el modo con que se ha procedido. Al no darse las razones, queda ante que nada el testimonio de Mons. Daniel.

Ya apuntamos al comienzo a las versiones de prensa que apuntan a desavenencias con otros obispos. Mons. Daniel se negó a imponer en conciencia a sus fieles la obligación de vacunarse contra el COVID. Es un tema opinable. Habló de acuerdo con lo expresado por la Congregación de la fe. La declaración de los obispos de Puerto Rico, a la que él no adhirió es penosa en su argumentación. Post factum el metropolitano afirmó que la causa de la medida fue la insubordinación o desobediencia al Papa. Esto hay que probarlo, no puede arrojarse como una jabalina.

Personas graves han dado su opinión con respecto a lo acontecido.

Mons. Héctor Aguer, arzobispo emérito de La Plata, Argentina, da su testimonio personal sobre Mons. Daniel y su diócesis. Señala la forma irregular del proceso y una forma de gobierno autoritaria, tendiente a limitar la libertad apostólica de los obispos. 

https://www.infocatolica.com/?t=noticia&cod=42865

El P. Santiago Martín en primer lugar destaca el valor de la conciencia que sólo se somete a Dios, con la famosa cita de “El Alcalde de Zalamea”: “«Al Rey, la hacienda y la vida se ha de dar, pero el honor es patrimonio del alma, y el alma sólo es de Dios». Señala así cuál es la obediencia debida a la autoridad humana, aún legítima, que se aplica también a la autoridad eclesiástica. Pero, aún nivel, está el deber de seguir la conciencia, porque el honor es patrimonio del alma, y el alma pertenece sólo a Dios.

Afirma que lo acontecido con el obispo de Arecibo ha sido ante todo una violación del derecho de la Iglesia. Y pone la comparación del juicio legítimo que se ha de encarar ante delitos gravísimos como el abuso de menores. En cambio, no se cumplió tal juicio según derecho con Mons. Daniel. Y esto es un serio precedente.

Señala la falta de límite en el ejercicio del poder.

Es interesante la reflexión que hace el comentarista, al mostrar que las decisiones carentes de fundamento de derecho debilitan a la autoridad, en este caso a la pontificia. Lo actuado va en contra del papado. De aquí su postura: defendamos el papado – porque no seguimos a la persona – y para ello, que el papado obre justamente. Trae a colación la doctrina del Papa Benedicto XVI sobre la autoridad y los límites de ella del papado.

En un aspecto no estoy de acuerdo con el P. Santiago, que atribuye este error y otros de este pontificado a los que informan mal o aconsejan mal al pontífice. Suena a una defensa un tanto “monárquica”: la corona nunca se equivoca, son los informantes. Mejor no meterse en esto.

Aquí el enlace con el P. Santiago Martín: https://www.youtube.com/watch?v=gqIJEPlHQRA

3. Algunas consideraciones.

Por cierto el hecho tiene muchas aristas. Relevar del cuidado pastoral parecería sacarle un oficio o un encargo al director de un liceo, propiedad de alguna institución, relevar a una encargada de catequesis en una parroquia.

El obispo no es un funcionario eclesiástico, el gerente de una multinacional, ni un representante del papa, es Sucesor de los Apóstoles, y su auctoritas viene de Jesucristo, en lo que le corresponde.

Nadie en la Iglesia Católica duda de que la asignación de una jurisdicción episcopal tenga relación con la potestad papal de diversas formas; porque no es el mismo derecho canónico de la Iglesia latina, que el derecho de las diversas Iglesias orientales (LG 24). También se afirma que el ministerio episcopal debe realizarse en comunión con el obispo de Roma, de todo el Colegio Episcopal, cum Petro et sub Petro.

Entiéndase que la comunión del Obispo con el Sucesor de Pedro y la obediencia debida a él, debe interpretarse y vivirse en su propia entidad, no todo entra bajo el título de obediencia. Por ejemplo, debe distinguirse plenamente de la obediencia de los votos religiosos, por los cuales alguien se obliga ante Dios a sujetarse a un superior, de acuerdo con las constituciones o estatutos de una comunidad religiosa.

El obispo, como legado y vicario de Cristo, debe cumplir y hacer cumplir los cánones de la Santa Iglesia, respetando los derechos de los clérigos, los religiosos y los fieles. A su vez, en la predicación del Evangelio, está sujeto a la Sagrada Tradición. Debe obrar en comunión con sus hermanos y, como ya dijimos, con el Santo Padre.

Ahora bien, esta comunión no priva, sino que exige la obediencia del obispo a su conciencia, bien formada, y acorde con la fe católica.

La comunión con los demás obispos, y en forma más concreta, con los de su país o provincia eclesiástica, nunca debe entenderse como que todo sean decisiones de mayorías a las cuales el obispo particular está sujeto.

Yo he tenido la experiencia – a veces difíciles – de tener que seguir en conciencia, sea la doctrina católica, sea la disciplina eclesiástica, sea la defensa de los derechos de los fieles, en circunstancias concretas y con posturas opinables, distintas de las optadas por la mayoría de los Obispos. La comunión episcopal no debe ser entendida como una obligación de callarse a todo lo que decida una mayoría.

También la obediencia y el respeto debido al Sucesor de Pedro, cabeza del Colegio episcopal, debe ser entendida en la comunión católica. Tenemos ejemplos antiguos de verdadera obediencia y libertad cristiana que lo enseñan. Recordemos, entre tantos, a Santa Catalina de Siena, que amaba al Papa, defendía sus derechos y también le enrostraba sus obligaciones y lo que debía cambiar.

Por otra parte, la autoridad propia del papado, si bien tiene su independencia, no es absoluta en el sentido de que pueda arbitrariamente hacer lo que quiera. Así enseña el Concilio Vaticano II, con toda la Tradición, incluido el Vaticano I y Pío IX, de los obispos:

“A ellos se les confía plenamente el oficio pastoral, o sea el cuidado habitual y cotidiano de sus ovejas, y no deben considerarse como vicarios de los Romanos Pontífices, ya que ejercen potestad propia y son, en verdad, los jefes de los pueblos que gobiernan. Así, pues, su potestad no es anulada por la potestad suprema y universal, sino que, por el contrario, es afirmada, robustecida y defendida, puesto que el Espíritu Santo mantiene indefectiblemente la forma de gobierno que Cristo Señor estableció en su Iglesia” (LG 27).

La destitución del Obispo de Arecibo ha sido violenta con él y violenta con los fieles.

Al obispo no se le han dado las razones como corresponde, ni se le ha tratado como se debe.

Tampoco se ha tratado como se debe al Pueblo de Dios. No se le debe pedir al Pueblo de Dios que asista a la destitución de su pastor, sin dar mínimamente una ilustración sobre un hecho de tanta envergadura y que lo afecta directamente. Aún si hubiera habido un delito grave, se habría debido dar razón y no aparecer despótico el poder apostólico.

No será la única opinión, pero puede ilustrar lo que vivieron los fieles de Arecibo una carta abierta

https://fielesalaverdad.org/gracias-buen-pastor-carta-abierta-a-mons-daniel-fernandez-torres-obispo-de-arecibo/


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